Historia

Ubicada en un entorno privilegiado, La Vega del Henares está estrechamente ligada a la historia de Alcalá de Henares, ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1998. Nuestra finca, conocida históricamente como “La Oruga”, se extiende a lo largo de más de 500 hectáreas de naturaleza y patrimonio, ofreciendo un espacio único para la celebración de eventos.

El acceso a la finca es todo un espectáculo en sí mismo: un pintoresco puente sobre el río Henares, cuyo nombre proviene de los antiguos campos de heno que dominaban su cuenca. Rodeada de montes y cerros, como el Cerro La Virgen y el Ecce Homo, la finca ha sido testigo de siglos de historia. En su terreno se han encontrado fósiles del periodo terciario, incluidos caparazones de tortugas gigantes, testigos de un pasado remoto.

Desde tiempos antiguos, esta tierra ha sido considerada un lugar estratégico. Durante la Edad del Bronce y del Hierro, el Cerro Ecce Homo fue un asentamiento clave, mientras que en el siglo IX, el castillo de Al-Qal’at formaba parte de las posesiones de Ab-al-Salam, un influyente familiar del califa de Córdoba, Abd-al-Rahman III. Con la conquista cristiana en 1118, la zona adquirió aún más relevancia, y la tradición cuenta que una cruz iluminada apareció en lo alto del cerro durante la toma del castillo, dando lugar a la construcción de la Ermita de Vera Cruz.

El nombre “La Oruga” aparece ya en documentos medievales, mencionando edificaciones con azulejos de gran valor y un espacio cuidadosamente decorado. A lo largo de los siglos, la finca pasó por diversas manos, hasta que en 1851, tras la desamortización de Mendizábal, se convirtió en propiedad de la orden de los Trinitarios Calzados.

Hoy en día, el corazón de La Vega del Henares es el Casón de La Vega y su ermita del siglo XVIII, que en su momento formaron parte de un convento trinitario. Su emblemático campanario sigue en pie, recordando su legado y convirtiéndose en símbolo de nuestra finca. Restaurado con mimo, este espacio combina historia y naturaleza para crear un entorno inigualable, donde cada evento se convierte en una experiencia única e inolvidable.

Muy ligada a la historia de Alcalá de Henares, cuidad Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1998, la finca La Oruga, con un privilegiado entorno natural de más de 500 hectáreas, alberga el complejo “La Vega del Henares”.

Su acceso, únicamente a través de un pintoresco puente sobre el río Henares, afluente del Jarama, recibe su nombre de la palabra castellana “henar”, que significa campo de heno debido a los cultivos que se practicaban antiguamente en su cuenca.

Rodeada de montes y cerros, como son el Cerro La Virgen y el Ecce Homo situados dentro de su propiedad y que hacen de frontera natural junto con el río y donde se han encontrado fósiles del terciario, entre ellos algunos caparazones de tortugas gigantes.

Históricamente y dentro del mapa arqueológico de Alcalá de Henares se cita a la finca La Oruga y sus alrededores como lugares privilegiados, recogiéndose al Cerro Ecce Homo al final de la Edad de Bronce y del inicio de la edad de Hierro y al Castillo Al-Qal’at o Al-Qulay en el año 825, siglo IX, como propiedad de Ab-al-Salam, familiar de Abd-al-Rahman III, califa de Córdoba.

La actual Alcalá de Henares comienza su andadura como núcleo urbano ya en la época romana. La Complutum, ciudad romana del sigo I d.C. y reformada en el siglo III d.C., ya era núcleo urbano y de gran importancia al ser la urbe más significativa en el centro peninsular, con una extensión de 58 hectáreas y apoyada sobre el río Henares.
La presencia romana abarcó, en torno a seis siglos teniendo un gran desarrollo en el Bajo Imperio romano.
En el año 1118 el Arzobispo de Toledo conquista el castillo de Alkalá en nombre del rey Alfonso I, contando la tradición que la toma del Castillo Al-Qulay’a fue muy costosa y el día que el Arzobispo Bernardo de Sédirac se disponía a atacar de forma definitiva, apareció en lo alto del cerro mayor, Ecce Homo, una cruz iluminada retrocediendo asustados los musulmanes y ganando la batalla las tropas cristianas.
El Arzobispo de Toledo erigió varias Ermitas en la zona y concretamente la Ermita de Vera Cruz en el alto del Ecce Homo como homenaje.
En el año 1257 pasa por primera vez a denominarse Alcalá de Henares, siendo una ciudad montada en tres planos escalonados, Ecce Homo en la parte alta, meseta del Castillo musulmán o alcazaba en la parte central y en la parte baja en los arrabales la expansión del llano. El río servía de foso por cuya vía oculta se proveía de agua a la fortaleza donde vivían los moros de la clase más pudiente.

Según los anales Complutenses, en las riberas del Henares los moros tendrían recreos y jardines y en el Fuero de Alcalá aparece ya el nombre de “La Oruga” con una descripción muy característica “… en un cierto lugar de una sala enlosada con un género de azulejo muy costoso y de finos colores (…) con talento y artificio, que era de mucho y costosa labor…”.

El 10 de Febrero de 1126 el rey Alfonso VII dona en señorío al Arzobispado de Toledo, Alcalá, en heredad perpetua.

Siendo en 1135 el Arzobispo Reymundo (sucesor de D. Bernardo de Seridac) quien concede a Alcalá y a sus tierras el llamado Fuero Viejo en el que se lee; “… el sotillo de l’Abrega que sea develado e defecado e el de la Caveza de pacer e de cortar, e otrosi sea su calona como la defesa de La Oruga de Pastura”.

Finalmente, en la desamortización de Mendizábal se firma durante el año 1851 el concordado referido a los bienes eclesiásticos pasando estas tierras a los Trinitarios Calzados según documentación del Palacio de Oriente (papeles reservados de D. Fernando VII, tomos IX y X), en la que consta “Hacienda de La Oruga. Propietarios Los Trinitarios Calzados, con varias edificaciones y una Ermita dedicada a Santa Maria”.

La pintoresca Ermita de Santa María, dentro de la finca, constituía el espacio de culto del antiguo convento y hoy en día su campanario originario del siglo XVIII y tan característico sirve de emblema y símbolo a La Vega del Henares dándole junto con su patio adyacente a la Ermita todo el encanto al conjunto.